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"LE GUSTABA EL VINO TINTO CON SODA, PERO EN VASOS SEPARADOS". Por Manuela Chiesa de Mammana

(Foto ilustrativa: museoiriarte.com)

Cuando las primeras luces de Villaguay comenzaban a encenderse, la vieja esquina del despacho de bebidas ponía sonidos a sus escasos movimientos.

Desde la vereda apisonada, continuación de la calle de tierra, se oían ruidos de sillas arrastradas, vasos tintineantes y la puertita del mostrador yendo y viniendo.

Esta esquina, hoy, es un lugar solitario como entonces. La diferencia es el marco del paisaje. Casas chatas, cercos de alambrados y ligustrina, pequeño jardín al frente y alguna veredita para el barro. Ésa era la estampa repetida de un pueblo en ciernes.



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Desde el fondo de mi casa podía ver cómo el almacén iba cobrando vida con sus clientes habituales, desde las ocho en adelante. Adentro, doña Rita ubicaba su silla de juncos cerca de la caja donde se cobraba. 

En realidad la caja era un cajón del mostrador con separadores y allí sentada controlaba la recaudación del negocio hasta que llegaba su hijo para hacerse cargo.

A las ocho y quince, más o menos, aparecía Carmelo, el valijero del ferrocarril. A él le gustaba el vino tinto con soda, pero en vasos separados. El problema consistía en que, por cada vaso de soda iban tres o cuatro de vino.

Como la iluminación del local era mortecina, característica de ese tiempo, cuando caían los clientes de las nueve, Carmelo ya tenía la mirada penumbrosa de sueño. Y así permanecía hasta que una hora después sonaba el silbato del tren que partía a Buenos Aires como todas las noches, y la vida de Carmelo se transformaba. Se ponía de pie con el vaso de vino ordinario de vidrio grueso, levantaba su mano derecha y brindaba en silencio por un ser ausente y querido. Después se incorporaba con cierta dificultad y partía para su casa, mitad de camino entre el almacén y la estación de ferrocarril Central.

Desde entonces el silbato de un tren a la noche me apena profundamente. Me parece ver aquella honda tristeza en el simple rostro de Carmelo, el valijero de la estación central en un antiguo boliche del pueblo de entonces.

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