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"RECUERDO CON EMOCIÓN, RESPETO Y AGRADECIMIENTO A ESA GRAN BIBLIOTECARIA"









”Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Jorge Luis Borges

”Google puede devolverte 100.000 respuestas; un bibliotecario puede devolverte la correcta”. Neil Gaiman


Soy un exresidente de Villaguay, Villa Clara y Villa Domínguez, y quisiera compartir uno de mis mejores y más gratos recuerdos juveniles relacionado con la Biblioteca Popular “Domingo Faustino Sarmiento” de Villa Domínguez. Se trata de una importantísima institución cultural de mi querido pueblo natal, a la que siempre rememoro porque tanto le debo.

Esa gran institución tenía una extensa colección de libros selectos, algunos en idish y hebreo y algunas buenas enciclopedias y diccionarios. También estaba disponible una mesa de lectura general, con diarios y revistas de actualidad.

Como antecedente familiar, recuerdo que mis padres, a los que tanto agradezco, habían iniciado mi culturación desde muy pequeño, antes de comenzar la escuela primaria, leyéndome y comentando cuentos infantiles, fábulas y relatos adecuados a mi edad, que despertaban mi interés. 
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Siguiendo esa orientación, a los 8 años comencé a concurrir frecuentemente a esa querida biblioteca. 

La bibliotecaria, Olga Stein de Segal, era una persona muy culta, seria y formal, algo distante, que imponía respeto, con quien tengo una gran deuda de afecto y gratitud por el importantísimo apoyo que contribuyó tanto a acrecentar mi formación cultural.

Esa paciente, dedicada y excelente mujer que tanto había leído, la Sra. Olga, así la llamábamos respetuosamente, sabia y prudentemente me recomendaba buenas y sanas lecturas apropiadas para un escolar. También me ayudaba a seleccionar los libros que podía obtener en préstamo para leer en mi domicilio.

Ella comenzó recomendándome algunos atractivos cuentos infantiles del excelente escritor brasileño Monteiro Lobato, con su inefable personaje central, el Saci, un encantador protagonista fantástico, bromista y risueño.

Siguiendo sus sugerencias, leí también casi todos los libros de Emilio Salgari disponibles en la biblioteca, y aún puedo evocar los emocionantes momentos en que, mientras leía, me sentía casi junto a Sandokan y Tremal Naik.

Algunas veces, cuando la Sra. bibliotecaria me prestaba viejos libros, con letras muy pequeñas sobre papel amarillento, me recomendaba: “no leas este libro por las noches”, pensando en la escasa iluminación que provenía de las lámparas de corriente continua de Villa Domínguez.

Luego comencé a leer, con enorme interés y emoción, las grandes anticipaciones científicas y tecnológicas y las increíbles y atrapantes aventuras del prolífico y maravilloso escritor francés Julio Verne, que también era un gran educador, que tanto me enseñaron y promovieron mi interés por las ciencias, artes, geografía e historia.

La biblioteca tenía una buena colección de obras de ese autor, incluyendo títulos tales como “La vuelta al mundo en 80 días”, “Cinco semanas en globo” y “César Cascabel”. El recuerdo de sus personajes aún me emociona, porque desde mis vivencias, los seguí y acompañé en mi imaginación, en sus asombrosas aventuras.

Así viví junto a ellos las vicisitudes y peripecias de la apuesta del flemático caballero inglés Phileas Fogg para dar la vuelta al mundo en trenes y barcos, y retornar a tiempo a Londres; el viaje por África del explorador Samuel Fergusson, en su globo dirigible, y el largo y complicado retorno a Francia desde California, a través de Alaska y Siberia, de la compañía circense Cascabel.

Posteriormente, la Sra. Stein me fue recomendando, progresivamente, obras más complejas de autores clásicos, con mayor contenido social y de valores humanos, muchas de las cuales me conmovieron profundamente, acrecentaron mi pensamiento sobre la sociedad global, y me hicieron reflexionar sobre asuntos altruistas de gran relevancia.

Ahora, mas de 70 años después, recuerdo con emoción, respeto, agradecimiento y afecto a esa gran bibliotecaria y excelente persona por la formación que, con su apoyo, me ayudó a adquirir y que, con el tiempo, fui acrecentando y me enriqueció y acompañó durante toda la vida.

Toda esa apasionante lectura, tan rica en cultura general, en ideas nobles y valores altruistas, me ha ayudado constantemente durante toda mi vida social y profesional. Además, desde esa época, nunca olvidé una célebre idea de Julio Verne afirmando que "Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerla realidad".

Como una nota incidental, debo decir que, hace algún tiempo, cuando tuve la alegría de visitar la biblioteca encontré, con tristeza, arrumbada, semioculta entre algunos libros, una pequeña placa de bronce recordatoria de la gran bibliotecaria Sra. Olga Stein.

Espero que, después de mi comentario, la hayan colocado en el merecido lugar prominente donde debe estar emplazada.


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