Las comparaciones de hace un año de nuestro presidente fueron más lesivas hacia afuera, que dadoras de certezas hacia adentro.
El delirio negacionista del Brasil de Bolsonaro, el éxito vacunatorio del Chile empresario de Piñera, o la burbuja momentánea de los hermanos Orientales, dan cuenta de que nadie está seguro. Y esta “segunda ola” les está llegando a ellos como a nosotros, en nuestros pesares “nacionales”, jugados en el peor momento para ser “nacionales”. O incapaces de veras en esta decadencia a ojos vista, para asumir de que no se trata de salvar a una ciudad, una provincia, un país, o un continente inclusive, sino de salvarnos y cuidarnos y no comernos entre nosotros, como sucede en los embalsados de nuestros ríos, donde cada bestia posterga lo suyo, en pos de la vida común.
Desde entonces, el gobierno nacional viene delegando en provincias y estas en intendencias, la responsabilidad de tomar las medidas más impopulares de no autorizar ciertas actividades, celebraciones y otros delirios de alegres desmemoriados, que también son muchos.
Ya es hora de asumir que ante calamidades de este tamaño, cada uno no sólo es responsable de sí mismo, sino también de su prójimo.
Si amigos, viajar hacia exóticos destinos y volver a la ciudad como si nada, o el mero hecho de andar por nuestras calles sin barbijos en grupitos de tres o cuatro ocupando toda la vereda, ya ha dejado de ser un lujito pequeño-burgués o una costumbre inocente y paisana, para transformarse en una amenaza cierta; o en un crimen improbable, cuando hemos vuelto a fase de circulación comunitaria, y el virus muta a sus anchas.
Las acciones, los discursos y los medios -oficialistas u opositores sobre el tema- se han revelado insuficientes, por la sola razón de que ninguna pandemia universal y larga es un problema local, provincial, ni siquiera nacional. Y ni siquiera político.
Es un quilombo mundial, y como nadie está fuera del mundo -salvo nosotros y hace rato- nadie puede resolverlo por sí sólo ¿O acaso no estamos pendientes de las vacunas de extra países, para salvarnos? Sólo el hecho publicitado de aviones que van y vienen, es prueba suficiente de que solos y nacionales podemos poco y jamás resolveremos todo.
O lo que es más terrible: si Brasil, si Bolivia, si Chile, si Uruguay, si Paraguay, no lo resuelven; nada “nacional y popular” por aquí podrá resolverlo solo, menos si el gobierno central se bifurca hacia cuestiones familiares y desatiende esto otro, colectivo y universal.
Repito cuanto dije hace un año, pues como posiblemente nunca seré candidato a nada, eso me permite la libertad decir desde el intelectual militante que soy: cuídese cada uno a sí mismo y siga las instrucciones municipales de buena información y esté atento a lo suyo y a sus semejantes, que son el prójimo, precisamente aquel a quien debemos amar como a nosotros mismos, según el undécimo mandamiento de los cristianos.
Lo demás, sería la solidaridad latinoamericana, una conciencia política superior hoy no a la vista. Y hacia adentro: el federalismo rotundo y necesario, sólo ayer legitimado, cuando ya no sirve.
Pero vamos ¿quién anticipó estos días? Y si amigos, para ciertos lectores estos días ya fueron anticipados por quienes predicaron de la “necropolítica” hace rato y busquen a Achille Mbembe en Google, para más datos. Ahí hallarán cosas de mundo, para estas cosas que nos pasan. Pero ahora es lo que hay por aquí y seremos responsables de haber estado o no, a la altura de las circunstancias, después de todo. Pero claro: después de todo es la muerte.
Barbijo en todos lados y distancia social .Y sobre todo tengan en claro que son cosas diferentes andar de manos limpias, alcohol en gel en cada sitio al que llegamos, y verdaderamente tener moralmente las manos limpias desde ambos lados.
En fin, si la publicidad oficial insiste en que debemos hacernos cargo cada cual de cada uno: seamos obedientes pues no hay Dios, ni país, ni Santa Rosa que nos salve. Estamos librados a nosotros mismos. Lo demás son esfuerzos públicos.
¡Ojalá haya vacunas para todos…si es que nos está permitido o autorizado el mañana! Nunca creí que la decadencia argentina ante una pandemia universal, me hallase contando casi más muertos que aquellos 30 mil que por Marzo recordamos…o los menos, pero igualmente memorables de cada 2 de Abril, y que fueron y son, muertos por si la patria.
No hay ninguna libertad legítima que contradiga la solidaridad y las fraternidades necesarias.
En estas pandemias, todos perdemos: algunos la salud y hasta la vida, otros libertades y convivencias familiares…y todos perdemos dinero, claro, ¿o toda la economía internacional no pierde acaso? Es decir: ¿de qué hablan quienes sólo pierden dinero? Desde tiempos bíblicos, no sólo de pan vive el hombre, y si ustedes no se anticiparon a este mundo, seguramente despreciaron el saber que se los anticipara.
Ahora vamos en el mismo embalsado y el río crece y viene bravo.
No nos comamos los unos a los otros, y amemos al prójimo, haciendo cuánto hay que hacer y respetando todos a todos.
Guarde cada cual su retiro protectorio y lean a Achille Mbembe mientras tanto.
Hasta que amaine.
El delirio negacionista del Brasil de Bolsonaro, el éxito vacunatorio del Chile empresario de Piñera, o la burbuja momentánea de los hermanos Orientales, dan cuenta de que nadie está seguro. Y esta “segunda ola” les está llegando a ellos como a nosotros, en nuestros pesares “nacionales”, jugados en el peor momento para ser “nacionales”. O incapaces de veras en esta decadencia a ojos vista, para asumir de que no se trata de salvar a una ciudad, una provincia, un país, o un continente inclusive, sino de salvarnos y cuidarnos y no comernos entre nosotros, como sucede en los embalsados de nuestros ríos, donde cada bestia posterga lo suyo, en pos de la vida común.
Desde entonces, el gobierno nacional viene delegando en provincias y estas en intendencias, la responsabilidad de tomar las medidas más impopulares de no autorizar ciertas actividades, celebraciones y otros delirios de alegres desmemoriados, que también son muchos.
Ya es hora de asumir que ante calamidades de este tamaño, cada uno no sólo es responsable de sí mismo, sino también de su prójimo.
Si amigos, viajar hacia exóticos destinos y volver a la ciudad como si nada, o el mero hecho de andar por nuestras calles sin barbijos en grupitos de tres o cuatro ocupando toda la vereda, ya ha dejado de ser un lujito pequeño-burgués o una costumbre inocente y paisana, para transformarse en una amenaza cierta; o en un crimen improbable, cuando hemos vuelto a fase de circulación comunitaria, y el virus muta a sus anchas.
Las acciones, los discursos y los medios -oficialistas u opositores sobre el tema- se han revelado insuficientes, por la sola razón de que ninguna pandemia universal y larga es un problema local, provincial, ni siquiera nacional. Y ni siquiera político.
Es un quilombo mundial, y como nadie está fuera del mundo -salvo nosotros y hace rato- nadie puede resolverlo por sí sólo ¿O acaso no estamos pendientes de las vacunas de extra países, para salvarnos? Sólo el hecho publicitado de aviones que van y vienen, es prueba suficiente de que solos y nacionales podemos poco y jamás resolveremos todo.
O lo que es más terrible: si Brasil, si Bolivia, si Chile, si Uruguay, si Paraguay, no lo resuelven; nada “nacional y popular” por aquí podrá resolverlo solo, menos si el gobierno central se bifurca hacia cuestiones familiares y desatiende esto otro, colectivo y universal.
Repito cuanto dije hace un año, pues como posiblemente nunca seré candidato a nada, eso me permite la libertad decir desde el intelectual militante que soy: cuídese cada uno a sí mismo y siga las instrucciones municipales de buena información y esté atento a lo suyo y a sus semejantes, que son el prójimo, precisamente aquel a quien debemos amar como a nosotros mismos, según el undécimo mandamiento de los cristianos.
Lo demás, sería la solidaridad latinoamericana, una conciencia política superior hoy no a la vista. Y hacia adentro: el federalismo rotundo y necesario, sólo ayer legitimado, cuando ya no sirve.
Pero vamos ¿quién anticipó estos días? Y si amigos, para ciertos lectores estos días ya fueron anticipados por quienes predicaron de la “necropolítica” hace rato y busquen a Achille Mbembe en Google, para más datos. Ahí hallarán cosas de mundo, para estas cosas que nos pasan. Pero ahora es lo que hay por aquí y seremos responsables de haber estado o no, a la altura de las circunstancias, después de todo. Pero claro: después de todo es la muerte.
Barbijo en todos lados y distancia social .Y sobre todo tengan en claro que son cosas diferentes andar de manos limpias, alcohol en gel en cada sitio al que llegamos, y verdaderamente tener moralmente las manos limpias desde ambos lados.
En fin, si la publicidad oficial insiste en que debemos hacernos cargo cada cual de cada uno: seamos obedientes pues no hay Dios, ni país, ni Santa Rosa que nos salve. Estamos librados a nosotros mismos. Lo demás son esfuerzos públicos.
¡Ojalá haya vacunas para todos…si es que nos está permitido o autorizado el mañana! Nunca creí que la decadencia argentina ante una pandemia universal, me hallase contando casi más muertos que aquellos 30 mil que por Marzo recordamos…o los menos, pero igualmente memorables de cada 2 de Abril, y que fueron y son, muertos por si la patria.
No hay ninguna libertad legítima que contradiga la solidaridad y las fraternidades necesarias.
En estas pandemias, todos perdemos: algunos la salud y hasta la vida, otros libertades y convivencias familiares…y todos perdemos dinero, claro, ¿o toda la economía internacional no pierde acaso? Es decir: ¿de qué hablan quienes sólo pierden dinero? Desde tiempos bíblicos, no sólo de pan vive el hombre, y si ustedes no se anticiparon a este mundo, seguramente despreciaron el saber que se los anticipara.
Ahora vamos en el mismo embalsado y el río crece y viene bravo.
No nos comamos los unos a los otros, y amemos al prójimo, haciendo cuánto hay que hacer y respetando todos a todos.
Guarde cada cual su retiro protectorio y lean a Achille Mbembe mientras tanto.
Hasta que amaine.