Chistes macabros, obsesiones y tardes en el cementerio. LA INTIMIDAD DEL PRESUNTO ASESINO SERIAL DE RAMALLO

Por Leonardo Scannone (Infobae)
Pablo Damian Grottini, chofer de cortejos fúnebres, está detenido, sospechado de ser el el primer asesino serial en la historia criminal argentina reciente. La Justicia cree que mató a su familia -su madre Teresita, su hija adoptiva Aylén, que vivía con un retraso madurativo, su hermano menor Germán- de la misma forma: envenenándoles el suero en el hospital, a donde eran internados tras sentir un fuerte malestar.
Murieron uno tras otro, con un año de diferencia. Ninguno tenía una patología previa, un diagnóstico de largo aliento. Germán era un deportista, guardavidas, 32 años. Todos fallecieron en cuestión de días. Los cuerpos de la hija y el hermano fueron cremados. Intentó cremar a su madre también. Grottini niega haberlos matado, pero las pruebas que recolecta la UFI N°12 de San Nicolás -búsquedas en la web sobre cómo matar personas, entre otras cosas- no lo ayudan.
Sin embargo, en el barrio Naya de la zona de Villa General Savio en Ramallo, donde vivía junto a su madre sobre la calle Tucumán, nadie lo sospechaba, más allá de los chistes macabros que le hacía a sus íntimos y sus visitas solitarias al cementerio de San Nicolás, donde había sido llevado el cuerpo de su hija tras su repentina y sospechosa muerte en 2021. Tenía un chiste recurrente que le contaba a sus allegados, que conocían su trabajo en una funeraria local. Les hablaba de ataúdes y les decía: “La próxima, te mido a vos”.
Tal vez, por su buen humor constante y la sonrisa que llevaba: su asidua concurrencia a una parroquia católica, a pocas cuadras de la casa y la adopción de Aylén. La menor era parte de una familia de la zona que no podía mantenerla y Grottini, aseguran, se hizo cargo de ella. La abuela, Teresita, “Mimi” para sus amigos, de 61 años, cumplía el rol de madre, especialmente apegada a Aylén. Para los familiares, vecinos y amigos, esas actitudes hacen que los delitos que la fiscal María Belén Baños le imputó sean un espanto difícil de creer.
La mayoría de los vecinos repite que Damián, como todos lo llaman, no pudo haber sido capaz de cometer semejante atrocidad.
“El martes me desperté de la siesta y cerca de las 18.30 miré por la ventana y vi una fila de patrulleros en la puerta de la casa. Se lo comenté a mi marido. Cuando lo vimos salir a Damián esposado se nos cayó el mundo”, cuenta a Infobae una vecina que vive frente a la casa de Grottini y que lo conoce desde su adolescencia. En ese momento, Grottini era arrestado por la DDI de San Nicolás de la Policía Bonaerense, su casa allanada, sus dispositivos incautados. Había un misterioso té en la heladera, que fue incautado para ser peritado también.
“Fuimos juntos un año al secundario, no lo puedo creer, no puede ser real todo esto que veo en la televisión, tiene que ser mentira”, dice la mujer, a punto de llorar.
Grottini, para empezar, era un hombre de fe, o decía serlo.
“Ahora con toda la información que salió nos cierran algunas cosas. Lo vimos nervioso, eléctrico. No parecía dolido. Con mi pareja lo hablamos en ese momento, pero pensábamos que cada uno atraviesa esas circunstancias de la manera que puede y más sabiendo que ya había pasado por los otros fallecimientos. Hasta que la Justicia no diga que fue así, no lo vamos a creer”, concluyó la vecina de Grottini.
Fue un velatorio concurrido: “Mimi” era una mujer querida en el barrio Naza.
Para otros, la internación repentina no cierra.
“Yo lo vi el sábado a las 6:30 de la mañana, cuando volvió del hospital. Fui a su casa. Damián intentaba explicarnos lo que había pasado. ‘Mimi’ había estado en mi casa el viernes y estaba muy bien de salud, no tenía nada raro”, dijo a Infobae un amigo cercano de la familia que prefiere no revelar su identidad.
En su charla con su amigo, Grottini dejó entrever un detalle: dijo que la Policía le había secuestrado el teléfono. El amigo no entendió bien qué pasaba, acongojado por la muerte de la mujer. Luego, recordó los chistes que el chofer de ataúdes solía hacerle. “Traje el centímetro para medirte para que ya tengamos las medidas para tu cajón. Uno nunca sabe cuándo puede pasar la muerte, puede pasar de un minuto a otro”, le decía Grottini.
El hombre se reía al escucharlo.
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El chofer tenía una cierta fascinación por los cementerios y la muerte. Iba con frecuencia al de San Nicolás, algo que sorprendía a su amigo. Su familia tiene una bóveda allí. Están los cuerpos de sus abuelos, que él apreciaba mucho. Contaba que cuando iba les limpiaba sus cajones y los abría para ver los cuerpos, décadas después de muertos. Cuando se hablaba de la muerte, él siempre sabía algo”, dice el amigo.
Tras la detención de Grottini, en el barrio Naya comenzaron a surgir versiones, especulaciones sobre el caso. Algunos dejaban entrever que Damián tenía celos de su hermano menor Germán. Sin embargo, amigos cercanos a la familia lo desmienten: “Todos se querían mucho”, dice un allegado.
Ahora, tras asegurar en una ampliación de su declaración indagatoria que una enfermera manipuló la sonda de su madre para inyectar una sustancia desconocida y que Aylén murió a causa de una mala praxis, Grottini espera la declaración de su prisión preventiva, mientras es defendido por el abogado Jorge Ingrata.
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Otra de las pistas que sigue la fiscal y tal vez la más ardua es intentar descifrar si Germán y Aylén murieron a causa de la inyección de un fármaco. La tarea es difícil porque ambos cuerpos fueron cremados. Sin embargo, el dato que buscan los investigadores es saber en qué fecha cremaron a la niña, información que podría complicar aún más a Grottini. Cerca de la familia aseguran que el acusado y su madre planeaban ir al cementerio de San Nicolás “a dejarle flores en la bóveda”, pero la fiscal Baños se presentó en el lugar esta semana y recibió la información de que el cuerpo había sido incinerado. ¿Cuándo fueron cremados los restos de Aylén?
Por el momento, el sospechoso está encerrado en un calabozo. Fuentes cercanas al hombre aseguran que, simplemente, dice ser una persona acechada por las tragedias.
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